Para aprender a hacer amigos fácilmente es necesario
ante todo, ser quien uno es, sin actuar para parecerse
a otros para agradar a los demás, porque un amigo
sólo nos quiere como somos y si fingimos o
pretendemos engañarlo nos rechaza.
Los amigos son para compartir nuestras experiencias y
sentimientos más profundos; son los que conocen
nuestros secretos, nuestros deseos y nuestras
preocupaciones y los que disfrutan con nuestras
alegrías y se entristecen con nuestras penas.
Son los que pueden tomar distancia y entendernos
más que los familiares, que a veces suelen estar más
comprometidos con prejuicios o historias antiguas.
La amistad implica generosidad, darse al otro sin
interés, y saber recibir sin pedir. Es dar amor, aliento,
apoyo, afecto, alegría, respeto, una opinión, otro
punto de vista y saber escuchar sin criticar, juzgar ni
condenar.
Porque todo lo que se da sin ningún interés, siempre
vuelve multiplicado.
Todos necesitamos sentirnos queridos y aceptados por
los que nos rodean cuando somos jóvenes y haríamos
cualquier cosa por conseguirlo.
Una persona que se valora y tiene alta su autoestima,
no tiene dificultades para hacer amigos, porque puede
mostrarse como es, porque se aprecia a si misma y
puede ser apreciada también por los otros.
Sólo los inseguros, los que se ocultan detrás de una
máscara, los que no tienen una conducta leal y franca,
son los que tienen problemas para hacer amigos.
Un buen amigo se interesa por los demás y los
escucha con atención, con tranquilidad, con bondad,
entendiéndolo y poniéndose en su lugar y lo ayuda de
ese modo sin necesidad de darle una opinión.
Está disponible, presente, no ausente y dispuesto a
hacer algo, a compartir experiencias penosas o
agradables, sintiendo y disfrutando como él.
Los amigos hay que elegirlos bien. Es importante que
sean buenas personas, que tengan valores y hábitos
sanos que nos ayuden a crecer; y que no entorpezcan
nuestro desarrollo con una actitud depresiva, sin
proyectos genuinos y con intereses superficiales
orientados solo al consumo para competir.
Hay personas que sólo nos absorben nuestra energía y
nos llenan de pensamientos negativos. Para ellos nada
vale la pena, ningún esfuerzo se justifica y ven todo
difícil e imposible.
Son los eternos desconformes que apuestan al fracaso
y tienden a sobresalir de algún modo, generalmente
deshonesto, liderando grupos de jóvenes descarriados
y descontentos.
Pueden ser
pueden atraer a los que
son débiles, que necesitan
castigarse porque se
odian a si mismos, o
débiles que
pretenden que los demás hagan todo por ellos.
La gente poco sincera, que miente, oculta y engaña;
es mejor evitarla, porque resulta un freno para el
propio crecimiento y desarrollo y además resultan
imprevisibles.
Esas personas que nos pueden afectar, deben ser
borradas de la agenda, sin necesidad de discutir con
ellas o pelear, simplemente alejándose de a poco para
evitar que nos influyan.
La forma más eficaz de hacer amigos es ser lo
suficientemente generoso como para pensar primero
en los demás y después en si mismo.
Solo cuando se aprende a disfrutar de la propia
compañía se producirá el ansiado acercamiento de
amigos sinceros.
La amistad se cultiva como una planta, si tiene buena
semilla germinará rápidamente y dará frutos, con la
fuerza de nuestra sinceridad, nuestra dedicación y
afecto. Luego, una vez crecida, esa planta deberá ser
regada con esmero, prestarle atención, valorarla, y
brindarle toda la asistencia que necesite.
Solo tendremos muchos amigos si antes hemos
aprendido a ser buenos compañeros de nosotros
mismos, a querernos mucho tal cual somos y a
tratarnos con amor y respeto.