sábado, 26 de mayo de 2012

Colitis


En muchas ocasiones, el Síndrome de Colon Irritable no se diagnostica correctamente por no acudir a un especialista. Durante el proceso de digestión, el intestino descompone y absorbe las sustancias nutritivas. Su último tramo, el colon, almacena y evacua los desechos. En los casos de colitis nerviosa, el colon se vuelve hipersensible con el paso de la materia, provocando dolor. 
Su movimiento se torna anormal, con espasmos, contracciones en algunas zonas y distensión en otras. Puede presentar diarrea o estreñimiento, o una combinación de ambos.

Sensaciones viscerales

El intestino contiene neuronas que lo hacen funcionar de manera automática. Todos tenemos sensaciones “viscerales”, pero normalmente el cerebro desconecta esas sensaciones y no las registramos. Pero quienes sufren de este síndrome, sí lo perciben. La hipersensibilidad hace que un impulso normal se sienta como anormal y active un reflejo en respuesta. Eso es porque el intestino y el cerebro están conectados. Las emociones afectan a las vísceras y viceversa. Lo que más preocupa a los pacientes es que todo esté en su cabeza. Se está avanzando mucho sobre el aspecto fisiológico y se sabe que no es mental: es un padecimiento serio que ocurre en las vísceras.

Detonadores
Las causas de la colitis nerviosa son desconocidas aún, pero hay detonadores muy claros como la alimentación y el estrés. No la causan, pero la desencadenan. En cuanto al origen, se tienen datos de que posiblemente ocurra después de una gastroenteritis. Otros estudios sugieren que puede tener una causa genética. El estrés influye en la colitis nerviosa y en otros padecimientos gastrointestinales. Es importante saber que no está en tu cabeza, no es ficticio. Es real y el estrés la empeora. También ciertos alimentos, como la comida grasosa o picante, pueden empeorar los síntomas.


El tratamiento

Nadie quiere tomar medicina toda la vida, pero los fármacos ayudan cuando los síntomas empeoran. Después se pueden dejar, cuando el estado general mejora. Hoy se cuenta con tratamientos que van desde píldoras antiespasmódicas y antiinflamatorios hasta dietas y terapias alternativas. Se ha visto la eficacia de la acupuntura, la meditación y la yoga. Cada paciente necesita un tratamiento distinto y debe consultar siempre a su médico, para generar un historial y llegar a la terapia más adecuada.

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