sábado, 26 de noviembre de 2011

¿Podemos ser antipáticos y no saberlo?



Para todos los seres humanos es de vital importancia mantener y disfrutar de relaciones armónicas. En efecto, son muy satisfactorias y placenteras, y es una verdadera tragedia no contar con ellas.
El no mantener buenas relaciones trae consigo conflictos en el trabajo y hasta en la convivencia con la pareja. No podemos olvidar que existen ciertas reglas para convivir entre personas, basadas fundamentalmente en el conocimiento y respeto a la personalidad humana.


En nuestro diario vivir estamos expuestos a estas y muchas otras situaciones que impiden una relación y comunicación exitosa; por esta razón,  incluimos en esta edición el tema de la antipatía, y la pregunta ¿cómo nuestro modo de ser o de actuar repercute de manera directa al momento de comunicarnos y de entablar una relación?

Fashion & Life conversó con el licenciado Ramiro Murillo, psicólogo y propietario de la empresa “Supera y Avanza”, quién nos comentó que la antipatía está conformada por actitudes que repelen a otros.
Afirma Murillo que la simpatía, la empatía y la antipatía, tienen que ver con la capacidad que tiene el ser humano de poder establecer una relación con los demás.

Una persona simpática se identifica con sus semejantes, establece nexos y hace suyos los estados de ánimo de otros. Por el contrario, una persona antipática suele no captar los estados emocionales ajenos, por lo que los ignora o les pasa por encima.

¿Cómo se origina la antipatía en una persona? Esto proviene de varios factores, pero el principal es la familia en la que se levanta el individuo, el tipo de crianza, el ambiente al que fue expuesto el niño, la falta de estímulos o la presencia y desarrollo de elementos que afianzan la conducta del sujeto antipático.
El antipático está siempre a la defensiva, es irritable, no tolera las críticas, tiene problemas para aceptar la capacidad de los demás, muestra baja tolerancia e irrespeto hacia los demás, no maneja sus frustraciones y siempre busca culpables.

Es importante saber que ante personas así, el exigir un cambio de actitud no es la mejor opción; lo más recomendable es no dejar que su antipatía nos contamine; por el contrario hay que tener disposición empática con ellos, actitud abierta, voluntad para escucharlos. Tenga en cuenta que los antipáticos muchas veces ni siquiera saben que padecen de esta negativa actitud hacia los demás.
Tratemos siempre de mejorar nuestra manera de convivir con otros, de comunicarnos adecuadamente, de compartir. Al fin y al cabo, ¿a quién le gusta ser antipático? 

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